Son las técnicas o prácticas aplicadas que contribuyen a conservar las características físicas, químicas y microbiologicas del suelo con el fin de mantener su capacidad productiva. Estas prácticas ayudan a reducir o eliminar el arrastre o pérdida del suelo por acción de la lluvia o el viento. Además de que contribuyen a la fertilidad y a una buena producción de cultivos. Las prácticas de conservación de suelo se aplican principalmente en suelos inclinados o de laderas aunque pueden haber excepciones en un terreno plano.
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